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miércoles, 19 de diciembre de 2012

TRAMONTINA BUENO… TRAMONTINA MALO…



Corrían días difíciles para mí. De ser el futuro heredero de una cadena de comercios, paso a ser, en esta etapa de mi vida, un empleado en el comercio de alguien más.

Me reconozco un buen vendedor, uno que tuvo que aprender a serlo, porque mi timidez siempre me jugo en contra. Pero se ve que aprendí, lo testifica mi falta de temor en las relaciones.

Hay otros que conocí con una habilidad natural para la venta, entre los que vi a mi viejo, a uno de mis jefes, y a un muchacho que contrataron en este comercio en el que yo también estaba empleado.

Para mi jefe, un tano cabrero, pero buen tipo, Ángel, tal el nombre de este muchacho, era más que un héroe. Fijate que algo que valía diez, con esa habilidad natural de la que disponía, lo vendía a cien.

Y allí el menosprecio hacia mi tarea, a lo cual una vez respondí, “hoy roba para vos, mañana te roba a vos”. No me hizo falta decir más. Al poco tiempo era desafectado de la empresa, y hace poco lo vi borracho “mangando” en una avenida céntrica de Bs. As.

Saben, y en especial si leen esto, que me gusta escribir lo que me pasa en mi interioridad. En un comentario, que agradezco, vindicaron a mi corazón, tal vez por lo que percibieron en el mensaje de mis escritos, pero que si afectó a alguien positivamente, fue porque en algo participó Dios. Y mi reacción mental frente a ese amigable comentario, fue el recordar las oscuras intenciones de ese corazón, y de las peleas que tengo en mi pecho para no volver a ellas.

Y percibo que vemos los beneficios de las habilidades o dones de otros, pero no podemos ver sus corazones.

El otro día dialogando con un pastor, me comento acerca de una persona de como la está “pegando” en lo profético. Y yo conozco detalles del testimonio reciente de este muchacho.

Pero ¿podría de alguna manera evaluar lo que le pasa a alguien?  Y si existe esta posibilidad evaluativa ¿Es por pegarla en su habilidad que puedo conocer las intenciones ultimas?

En el salmo 68:18 dice que Dios repartió dones a la humanidad, aun para los que son rebeldes, para que Dios habite entre los hombres.

Hoy vemos un concurso de talentos y damos gloria a Dios de lo que, sin haber hecho más que ejercitarlo, han recibido dones que otros por más que se esfuercen no llegarían a desarrollarlos.

¡El don no depende del corazón!!!

Fijate un cuchillo dentado de los que encontramos en cualquier mesa. Son tan útiles. No hace falta afilarlos, aún enfrentados a la carne más dura sale victorioso su filo. Pero hace poco, leí sobre una estadística, que el arma que más daño hace, en el delito o en violencia, es ese cuchillo, por que desgarra todo a su paso, y así por su dentad filo, desgarra irreversiblemente tejidos y órganos vitales.

Curioso que del corazón que debo guardar por que produce vida, también me dice que es engañoso, y que de él sale lo peor de la naturaleza humana.

No es el corazón el que da el don, es Dios, pero es lo que gobierna el corazón, lo que hace que el don, oficio o habilidad, sea beneficioso y no destructivo.

Y viendo el capítulo trece de la primera carta a los Corintios, me doy cuenta de que el protagonista no es el don. De lo que debemos llenar nuestro corazón es de la eternidad del amor, que aún es más grande que la fe y la esperanza.

El don lo tiene cualquiera, pero pocos se disponen a usarlo con amor.

Por  lo tanto, si tenés un don, oficio o habilidad, usá el método de Jesús,…

Por (tus) frutos (te conocerás). ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Mateo  7: 16 adaptado)




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