Tengo una sensación ambigua. Es la esencia de mí ser, el
no apañar ninguno de mis discursos, sino ponerlos en peso de duda. Y esto me
genera una sensación de dubitación en mis conceptos.
Ah, pero cuando una idea se cimienta, se hace real e
irrefutable, ¡que bendita libertad de movimiento! Es en ese momento que me
imagino como Lázaro, que resucitado es liberado de las malolientes vendas
mortuorias.
Así veo algunos discursos eclesiásticos. Discursos que
hacen agua y que, encima, lo tienen a Curly haciéndole agujeros para que salga
el agua que se filtra.
Pensemos en otra sociedad.
Jesús vivía en un imperio que permitía la adopción de
niños para poder matarlos. A eso lo llamaban los romanos Patria potestad.
La esclavitud era un estado personal bastante común, y aun era bien visto tener alguno. Tanto que en la biblia hay consejos para siervos y amos. Efesios 6:5-9
Pero la iglesia primaria no se levantaba como un
movimiento contestatario contra estas realidades sociales. Solo predicaba la
cruz con poder y señales, y la gente cambiaba por consecuencia, y por ósmosis la sociedad de su momento era
transmutada en otra.
13 »Ustedes son la sal de
la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no
sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee. Mateo 5:13 (NVI)
Jesús claramente dijo que debemos ser sal, pero eso, transportado
a nuestra realidad, significa evitar que las cosas se pudran. La sal era un
medio de conserva de alimentos frescos y evitar que comiencen a descomponerse.
Hoy todavía se usa en algunos fiambres caseros.
Pero para esa función hoy disponemos de freezer que nos
permiten conservar alimentos por meses. Ahora imaginate que confiadamente
guardas un trozo de carne en el freezer y al tiempo, cuando te dispones a
cocinarlo, abrís el freezer y lo encontrás podrido; ¿de quién es la culpa, del
churrasco o de la heladera? La carne muerta hizo lo que tenía que hacer, lo que
no funcionó fue el sistema de refrigeración.
A eso se refería Jesús
al hablar de la sal que no sala, y que solo sirve para ser pisoteada, o sea
para baldosa.
Iglesia, si no
salas, no te sorprenda que te pisen.
Una anécdota, al principio la Patria potestad romana, les
daba derecho a los padres de disponer de la vida a los hijos. Ya en la Roma del
emperador Constantino, y por influencia de la cristiandad, quien matase a su
hijo era un parricida. La misma ley escrita, otro espíritu detrás de esa ley.
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