Tengo algo casi obsesivo, me gusta entender cómo funcionan las cosas. No me conforma el usarlas, ¡tengo que saber cómo funcionan!
Es por esto que me vas a encontrar, tal vez, estudiando el manual de algún electrodoméstico.
Por ejemplo, cuando estudiaba masajes, me explicaban las técnicas adecuadas para tal o cual dolencia. Pero yo, siempre con una mente voraz, veía hasta disecciones en internet o bajaba libros de medicina en pdf, para poder saber por qué esta técnica era efectiva. Y la verdad que me fue bastante bien haciéndolo así.
Bajo la premisa de esta tortuosa forma de elaborar las ideas y consolidarlas, me encontré con una declaración más que común en sermones libertarios. Y es este verso bíblico.
Acontecerá
en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz,
y el yugo se pudrirá a causa de la unción. (Isaías 10:27)
Pero
¿Cómo hago que esta “unción” pudra efectivamente mi yugo?
Y
al leer el contexto del verso me encontré con la primera pista.
5 Oh
Asiria, vara y báculo de mi
furor, en su mano he puesto mi ira.(…)24 Por tanto el
Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío, morador de Sion, no temas
de Asiria. Con vara te herirá, y contra ti alzará su palo, a la manera de
Egipto;… (Isaías 10:5 y 24)
El
pueblo de Dios se olvido la vara de Moisés en algún rincón, olvidándose de Dios
en este acto, y esa vara fue tomada por un imperio, el Asirio. Que iba a usar
esa autoridad delegada contra el Pueblo elegido. ¿Será que el yugo lo buscamos
nosotros en nuestra irresponsable conducta? Bueno esa respondetela vos mismo. Pero
ahora iremos al primer esquema ilustrativo del uso correcto de esta “unción”.
Y levantará Jehová de los ejércitos azote
contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb (…) (Isaías 10:26a)
Aquí
relata la conclusión de la épica e ilógica victoria de Gedeón frente a un
ejército de 120.000 soldados madianitas, contra los 32.000 de su lado. (Ver
jueces 7)
Pero
esto a Dios le pareció ventajoso,…para Gedeón.
Le
dijo algo como:
“decile
que a los que tengan miedo, que se pueden ir”
Y
se fueron unos pocos… tan solo 22.000 hombres.
¡Pero
quedaron 10.000 valientes!, contra 120.000 (glup!!!).
Pero
para nuestro Dios seguía habiendo ventaja, entonces les dijo, mandalos a tomar
agua, y yo te digo quien más se va.
Gedeón
lo hizo, y Dios le hablo nuevamente:
“Los
que usaron sus manos para tomar, decile que les vaya bien, tan solo quedaran
los que tomaron directamente del agua, como toman los perros”
Ahora
sí, hagan sus apuestas, 300 hombres hábiles bebedores de agua, contra 120.000
guerreros imperiales. (Doble glup)
Bueno
la historia sigue con una amplia y sobrenatural victoria de los verdaderos trescientos,
los de Gedeón.
Pero
la pista está en la elección de nuestro Señor, no eligió a los temerosos, a los
que ven las cosas y se paralizan (ojo, no los critico, yo al ver al poderoso ejército
imperial me hubiera acoplado a ellos), y esta elección es lógica.
Pero
a los que toman con sus manos, ¿porque fueron descartados?
Para
mí la clave está en las manos. Y me puse a investigar. Descubrí que en las
manos tenemos un ecosistema de 150.000 bacterias aproximadamente,… ¡en cada una
de ellas!
Entonces,
el agua pura que tomas con tus manos, al contacto con ellas, dejaría de ser tan
pura.
Por
eso Dios dejó una simbología profética en esto, si tocas con tus manos la
unción que pudre yugos con tus manos, dejaría de ser útil.
Esta
unción no debe pasar por manos humanas, el rio de la unción debe fluir dentro
de nuestro ser sin que la manoseemos y contaminemos, es una unción Santa, y así
debe quedarse para obtener el mejor resultado, una victoria rotunda como en la
Peña de Oreb.
Y tomaron a dos
príncipes de los madianitas, Oreb y Zeeb; y mataron a Oreb en la peña de Oreb,
y a Zeeb lo mataron en el lagar de Zeeb; y después que siguieron a los
madianitas, trajeron las cabezas de Oreb y de Zeeb a Gedeón al otro lado del
Jordán. (Jueces 7:25)
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