El domingo me regalaron una remera con la impresión de Juan 14: 6.
Y desde allí, un verso bíblico que tanto cito cuando hablo de Cristo, se empezó a vivificar ante mis ojos, o mejor dicho, mis ojos cobraron vida y lo empezaron a ver.
De entrada la expresión “Yo soy”, nos remite a la presentación del creador frente a Moisés. El famoso tetragramatrón, que castellanizado es Jehová. Y que denota la sempieternidad de Dios, que siempre existió, y que lo hará por siempre.
Ya allí se habrán sorprendido los discípulos, pero encima le agrega, “el camino”
Jesús, el Cristo, el Mesías, era también camino.
Te traicionan, miro como Él reaccionó, y trato de entrar en el zurco marcado.
Soy tentado, miro como Él reaccionaría, y me acomodo al carril que Él anduvo.
Paso necesidades, y me veo en su andar, y me empecino en calzar el riel de la vía que el Salvador transitó.
Uno piensa en una ruta, en una vía estática que nos lleva desde un punto a otro.
Pero, lo curioso es que los caminos, como lo dice el Nano Serrat, se hacían al andar. No había rutas, recién con el desarrollo de la conquista imperial romana, se empezó a conocer vías para transitar.
Es por esto, que debemos desechar las impresiones mentales que nos inundan frente a la expresión “camino”, y disponernos a adaptarnos a la concepción de esta palabra en la época
Lo que significa en el idioma original, en una de las acepciones ,es “el viaje” , “un modo de vida”, o podemos también decir, andar el viaje junto a Cristo, pues Él es el viaje, y él es mi modelo vivo en mi.
Ya Cristo, no es un molde estático para esforzarse en encajar en Él, es el viaje mismo.
Nuestra inútil carga religiosa, para encajar en un molde, nunca fue necesaria, el punto de partida y de llegada es Cristo, pues Él es el viaje.
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