Recuerdo un día extraño. Fallese mi abuela, la que
viajaba de Lanús a Quilmes, para alimentar a sus nietos abandonados a una
depresión terrible que afectaba a su hija, mi madre.
Mujer de carácter, pero muy apreciada por mi.
Estoy en el funeral, poca gente. Solo sus hijos y sus
nietos, unidos en esa muerte. No lloro en público, es algo mío y me lo reservo.
Llego a casa, me siento, y comienzo a sollozar desconsoladamente.
Me abraza mi mujer y me entrego a las lágrimas. Me duermo, se ve que ocultar el
dolor me cansó.
En esa época, ese día de la semana, iba a hacer
evangelismo cada semana. Nadie iba conmigo, a nadie le iba a fallar, podría
tomarme el día y nadie se enteraría. Pero me desperté sobresaltado y partí
hacia la Estación de Lanús.
No tenía nada de ganas, estaba aturdido por todo lo
vivido. Mi sensibilidad estaba a flor de piel.
Llego y miro a ver si alguien vino, y Dios me habla: “
caminá en círculo alrededor de la plaza..”
Camino, obedezco. Declarando y reclamando la propiedad
del Reino sobre ese lugar. Ya está. Habla Dios nuevamente: “cerrá el círculo”; UPS,
ya está.
Comienzo mi tarea y fue terriblemente sorprendente. Para
muestra basta un botón.
Un par de muchachos bolivianos, tomando unas cervezas. Me
acerco y uno, frente a mi presentación, me comenta como recientemente la había matado, a su hermana, la pareja en un
acto de violencia hogareña. Y manifiesta el odio que siente. Odio y cerveza,
mala combinación para ser frontal. Pero me vi impelido y le dije, “si no perdonás,
Dios no te puede perdonar”, cuando escuche lo que dije, esperaba un botellazo
en la cabeza cual peli del lejano oeste, pero no, compungido aceptó a Cristo y
declaró perdón.
Y fue solo uno que te cuento. No estaba bien,
espiritualmente no me sentía bien. Pero el secreto de mi fuerza no soy yo ni mi
espiritualidad.
El secreto es mi debilidad.
Cada vez él me dijo: «Mi gracia es
todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me
alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a
través de mí.
2
Corintios 12:9 (NTV)
El secreto es mi muerte.
Les digo la verdad, el grano de trigo, a menos que sea sembrado en la tierra y muera, queda solo. Sin embargo, su muerte producirá muchos granos nuevos, una abundante cosecha de nuevas vidas.
Juan 12:24 (NTV)
El secreto no es secreto, es Cristo resucitado.
También pido en oración que entiendan la increíble grandeza del poder de Dios para nosotros, los que creemos en él. Es el mismo gran poder que levantó a Cristo de los muertos y lo sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios, en los lugares celestiales.
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