Me imagino una escena, un hombre de áspero gesto, brazos cruzados y mirando un teléfono. Y cada tanto refunfuñando así, “¡no me atiende!”.
Nunca marcó un número ni descolgó el teléfono, pero sigue enojado en su inacción.
¡Que locura! ¡Qué falta de lógica!
Si querés que te atienda, lo razonable es levantar el tubo, marcar el número del destinatario y, luego de un par de tonos de llamada, es casi seguro que sería atendido.
Pero lo que nos parece una estupidez, en otra circunstancia lo practicamos.
Pretendemos torcer el diseño de Dios por nuestro estado de estupor, timidez o egoísmo.
Hablamos, adoramos, cantamos, generamos ámbitos. Tenemos lo necesario para una buena comunicación del Padre con las personas por las que Cristo murió. Pero no levantamos el teléfono para llamar.
¡¡¡Sin llamado nadie atiende!!!
El diseño de salvación es por medio de un mensaje, dado por personas redimidas, rescatadas, reconciliadas, y empoderadas para ser TESTIGOS. Gente que hable, y llame, para que contesten o no. Pero el “ring”, debe sonar.
En toda reunión pública, como todo culto donde el ingreso de personas sea irrestricto, no debemos esperar que el Espíritu santo hable, esa tarea nos fue conferida a nosotros.
Querer cambiar el diseño del evangelio, es igual a pretender cambiar el diseño de un teléfono. Aun los aparatos más modernos requieren el accionar de uno mismo para ser útiles comunicadores.
No nos engañemos más, si querés que las personas respondan a Cristo vos, Iglesia, tenés que llamar.
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