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martes, 22 de noviembre de 2016

Exelente o no, pero hacelo

“Hagámoslo pero con excelencia”, frases célebres si las hay.
   Ya verán por la insistencia y persistencia de frases en mi página, que le doy amplio valor a estas.
    Pero debo reconocer que muchas frases buenísimas, se transforman fácilmente en buenísimas excusas.
   Y una de las “reinas” del fraseo excusatorio, es la que da inicio a esta nota.
   En cuanto al tema que manejo mejor, el evangelismo, hace cinco años, ya era urgente empezar a ejercitarlo, y si fuera posible, ayer.    Pero lo único tangible que parecía tener era la urgencia, la inminencia de la venida de Cristo o la latente posibilidad de muerte de las personas.  Realmente se veía y se ve urgente.
   Preparación para la tarea, cero.
   A quién recurrir para ser mentoreado; nadie que yo conociera.
   Me dispuse a salir y a confiar que Él lo haría, él lo prometió.  


Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Mateo 28:19-20 (RVR1960)

   Traducido, “si te decidís a ir a hacer discípulos, consecuentemente, gozarás de la compañía diaria de Cristo en persona”

   Y con eso me alcanzó.
   ¿Prediqué con excelencia?; ni por cerca.
    Luego vino la sensación de soledad y escases de recursos. Y es acerca de estos conceptos, que me tuve que arrepentir.

   No estaba solo, Cristo hizo esta promesa condicionada a aquellos que se disponían a ir a predicar, Él mismo, Cristo mismo, estaba conmigo.
   Escases de recursos, ni por asomo; el poder de la resurrección, me hace un testigo poderoso de la reconciliación.

   Pero no era el predicador que Dios veía terminado en mí, ni aún lo soy. Pero hoy mi trabajo en la calle es mejor y más cercano al diseño de este previsto en los Cielos.

   Ahora, yo podría haber esperado a aprender a hacerlo “con excelencia” y, cuando esté en un óptimo conocimiento de la tarea, salir exultante. Y esto, además de una excusa para no salir, es un imposible de lograr.

   Es como si alguien practicara en casa tener equilibrio sobre una bicicleta, y esperar lograrlo para salir como un eximio ciclista a las pistas. Es irreal. Tenés que salir, pegarte unos cuantos porrazos, hasta lograr el equilibrio necesario para andar en dos ruedas.
   Lo mismo es con evangelismo, hay que salir sabiendo del poder y autoridad que nos es dado (Lc. 9:1), la promesa de su asistencia personal (Mt. 28:19-20), con esto, está permitido equivocarse, pues tenés los recursos y no estás solo.
   Y procurá hacerlo con excelencia, pero hacerlo, sino la excelencia no existirá jamás.















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