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jueves, 3 de noviembre de 2016

Jesús te pregunta, qué tenés, no si con eso lo vas a poder hacer

 "Decía (Jesús) también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos?
 Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra;
pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra."Mr 4:30-32 (VRV1960)
Hubo una época, en donde mi fastidio era el sentirme solo, sin apoyo.
Reclamo que hacía llegar a mis pastores, lo comentaba con mis mentores, o con aquellos que satelitalmente influencian mi servicio al Señor. Y nadie me discutía en demasía lo que a la vista era un hecho.
Pero, reconozco mi error, no contaba como provisión a mi esposa, a mi hijo, y lo peor, al precioso Espíritu Santo.
El efecto de multiplicación no se da en lo que esperás tener, sino que, viendo el ejemplo de la multiplicación de los peces y panes,  en lo que tenés en tus manos.
Hoy con el diario del lunes, hago un autoanálisis y veo lo que tenía, pero era pequeño, en su real apariencia, comparado con lo que Dios depositó en mi mente.
“Ganar mi ciudad, mi nación, ¿con esto?”:
-La certeza de un mensaje gestado en la expulsión del hombre del Edén, y desarrollado por el Creador hasta llegar a la crucifixión y resurrección de Cristo.
-Una familia que comprendió este desafío.
-El Poder para ser testigo, el mismo que operó en la resurrección del Mesías.
Pero igual parecía poco visto en mis manos, comparado con los resultados esperados de alcance e influencia, por lo menos, en mi ciudad.
Si figurativamente viera lo que tenía en mi mano para este fin, sería tan insignificantemente pequeño, que naturalmente provocaría un profundo desaliento,  y se transformaría en un desafío seguir y confiar en el poder multiplicador.
Ahora es fácil decirlo, pero muchas veces mi renuncia era un deseo. Veía el tamaño de la semilla y no el potencial que encierra.
La tentación allí era la manipulación de las personas para coaccionarles a sumarse, cosa que Dios no me permitió.
Solo restaba sembrar lo único que tenía. Y hoy se empieza a ver el resultado. Aun es pequeño, pero el reto es correr el riesgo en fe, en la fe correcta, en lo que no se ve.







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