PENSAMIENTOS DEL CIELO AL LLANO
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martes, 28 de marzo de 2017
jueves, 2 de febrero de 2017
EL PENSAMIENTO EVOLUCIONISTA EN LA IGLESIA 2 (hijo se nace, no se hace)
Otro aspecto notorio del evolucionismo, es el de la supervivencia del más fuerte, que traducido es que, el que sobrevive es el que mejor se adaptaría al medio ambiente y que generalmente logra esto exterminando al más débil, y ejerciendo gobierno sobre los que están bajo el vértice de la pirámide evolucionista.
En la nota anterior cité a Frederick Niesche, fundamento de la filosofía sociológica evolucionista. Y autor de cabecera del nazismo alemán de la supremacía aria.
Hoy este evolucionismo social, es parte fundamental del pensamiento esotérico de la nueva era. Solo los elegidos, los que son parte de una elite, que tiene una característica revelatoria exclusiva, son superiores y dignos de pleitesía y honra, dignos de seguir y obedecer.
¿Te suena?. Ni se te ocurra aplicarlo a algún líder religioso, si hiciste eso, le erraste. Mirate a vos mismo. ¿Nunca te creíste dueño de la verdad y te juntaste con otros que piensan lo mismo?; Élite revelatoria.
Hace unos años escuche a un respetado pastor, y aclaro que creo que lo planteó en forma sincera, decir: “los que me critican no tienen validez para mí, pues yo soy de la nueva revelación, y ellos de la vieja”. Te afirmo, que cuando terminó de decirlo, lo que era nuevo, se transformó en viejo. Sólo lo eterno no envejece.
Cuál es la característica que hará evidente que te encontrás en un movimiento elitista. Que te responda Jesús:
Puede ser el grupo con las mejores intenciones, pero si ves esta característica, el pensamiento evolucionista y elitista es el que gobierna.
Cuando hay mucha palmada en la espalda, mucha “sobada de lomo”, mucha “honra”, es probable que el engaño evolucionista se haya instalado.
Y esto está teñido de nuestra característica natural hacia la aprobación. Pues necesitamos ser aprobados.
Pero, ¿por quién?
La palabra que se traduce por aprobado, en la Biblia, significa mostrar externamente, como cuando en tu foto de perfil ponés a tu hijo, lo exhibís orgulloso.
Nuestro Señor Jesús, caminando nuestros pasos en esta tierra, dice que fue aprobado por Dios entre los hombres israelitas, manifestando sobrenaturalmente esa aprobación, haciendo Dios, por medio de Él, milagros (Hechos 2:24). No hizo nada para evolucionar hacia la aprobación y su consecuente manifestación externa. Su ser era esencialmente ser hijo, y eso complacía al Padre (Mateo 3:17/Mateo 17:5), y en este contentamiento paternal, radica Su aprobación.
Y nosotros ya fuimos aprobados en Cristo, como hijos damos placer al Padre. Y no es dialéctica ni demagogia semántica, es perfectamente comprobable:
Nos confió el Evangelio, el más grande poder que se ha desarrollado en la faz de la tierra ( Romanos 1:16), y fuiste aprobado al nacer de nuevo, no evolucionaste hasta ser hijo, naciste de muerte a vida (Juan 5:25b), por Generación Espontánea, y fuiste hecho una nueva creación (2 Corintios 5:17)
El pensamiento que debe regir nuestro desarrollo como individuos y como Iglesia es el del Creacionismo, y no el del Evolucionismo, pues “esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica”, pues trae consigo celos amargos y contención en el corazón, jactancia, y mentira contra la verdad (Santiago 3:14-15 RVR1960)
En la nota anterior cité a Frederick Niesche, fundamento de la filosofía sociológica evolucionista. Y autor de cabecera del nazismo alemán de la supremacía aria.
Hoy este evolucionismo social, es parte fundamental del pensamiento esotérico de la nueva era. Solo los elegidos, los que son parte de una elite, que tiene una característica revelatoria exclusiva, son superiores y dignos de pleitesía y honra, dignos de seguir y obedecer.
¿Te suena?. Ni se te ocurra aplicarlo a algún líder religioso, si hiciste eso, le erraste. Mirate a vos mismo. ¿Nunca te creíste dueño de la verdad y te juntaste con otros que piensan lo mismo?; Élite revelatoria.
Hace unos años escuche a un respetado pastor, y aclaro que creo que lo planteó en forma sincera, decir: “los que me critican no tienen validez para mí, pues yo soy de la nueva revelación, y ellos de la vieja”. Te afirmo, que cuando terminó de decirlo, lo que era nuevo, se transformó en viejo. Sólo lo eterno no envejece.
Cuál es la característica que hará evidente que te encontrás en un movimiento elitista. Que te responda Jesús:
Yo (Jesús) he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?Juan 5:43-45 (RVR1960)
Puede ser el grupo con las mejores intenciones, pero si ves esta característica, el pensamiento evolucionista y elitista es el que gobierna.
Cuando hay mucha palmada en la espalda, mucha “sobada de lomo”, mucha “honra”, es probable que el engaño evolucionista se haya instalado.
Y esto está teñido de nuestra característica natural hacia la aprobación. Pues necesitamos ser aprobados.
Pero, ¿por quién?
La palabra que se traduce por aprobado, en la Biblia, significa mostrar externamente, como cuando en tu foto de perfil ponés a tu hijo, lo exhibís orgulloso.
Nuestro Señor Jesús, caminando nuestros pasos en esta tierra, dice que fue aprobado por Dios entre los hombres israelitas, manifestando sobrenaturalmente esa aprobación, haciendo Dios, por medio de Él, milagros (Hechos 2:24). No hizo nada para evolucionar hacia la aprobación y su consecuente manifestación externa. Su ser era esencialmente ser hijo, y eso complacía al Padre (Mateo 3:17/Mateo 17:5), y en este contentamiento paternal, radica Su aprobación.
Y nosotros ya fuimos aprobados en Cristo, como hijos damos placer al Padre. Y no es dialéctica ni demagogia semántica, es perfectamente comprobable:
Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.1 Tesalonicenses 2:3-4 (RVR1960)
Nos confió el Evangelio, el más grande poder que se ha desarrollado en la faz de la tierra ( Romanos 1:16), y fuiste aprobado al nacer de nuevo, no evolucionaste hasta ser hijo, naciste de muerte a vida (Juan 5:25b), por Generación Espontánea, y fuiste hecho una nueva creación (2 Corintios 5:17)
El pensamiento que debe regir nuestro desarrollo como individuos y como Iglesia es el del Creacionismo, y no el del Evolucionismo, pues “esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica”, pues trae consigo celos amargos y contención en el corazón, jactancia, y mentira contra la verdad (Santiago 3:14-15 RVR1960)
martes, 31 de enero de 2017
EL PENSAMIENTO EVOLUCIONISTA EN LA IGLESIA 1 (La serpiente del Edén sigue trabajando)
Desde el comienzo de mi vida como creyente, siendo un púber de diecisiete años, se plantea en mi mente la batalla entre el pensamiento evolucionista y la argumentación poderosamente simple de la Generación Espontánea (Creacionismo) del relato del Génesis.
Y hasta nos burlamos con decires grotescos diciendo que en mis antepasados no hay ningún mono.
Y más allá que argumentos me sobran para darte bases de que es un disparate desde lo genético y desde lo probatorio, pues ninguna especie ha pasado de un genoma otro, sino simples adaptaciones a su medio ambiente, hoy no me interesa discutirte esto.
Sino como el evolucionismo filosófico se ha metido peligrosamente por la ventana en el pensamiento eclesiástico.
La luz acerca de esto la obtuve frente a una pregunta de una educadora de una escuela de evangelismo. Y esta fue algo así: ¿Qué esperan para sus hijos?
Sin dudarlo respondí que le quisiera dejar una plataforma desde donde arrancaran.
Y no dudó en marcarme que es un error, que ese es un pensamiento evolucionista, que en las cosas del reino, hay un solo estado, el eterno.
Desde mis comienzos en el cristianismo, y hasta ahora, van casi cuarenta años. Y desde que me acuerdo, vienen revelaciones nuevas, reformas, unciones, verdades de todo tipo y otras yerbas.
Pero si la idea del espíritu hubiese sido la “evolución de la Iglesia”, y si los primeros cristianos sanaban con su sombra, con sus prendas sudadas y eran tele transportados al desierto, hoy deberíamos volar y tirar rayos láser con nuestra mirada. Y lamentablemente no se ve ni siquiera un atisbo del estado original de las manifestaciones.
Lo nuevo tiene un solo destino, transformarse en viejo.
Hay un solo estado superior en los creyentes y que no envejece, y ese estado es únicamente el eterno.
Creer que necesitamos algo nuevo, es no comprender lo eterno de cada operación del Espíritu a lo largo de la historia humana.
Un clamor, un convencimiento de pecado, un arrepentimiento, y todo a través de un mensaje empoderado, Y esto acompañado generalmente de una manifestación de poder.
Una y otra vez lo mismo. Y esto es el Cielo en la tierra. Lo eterno en medio de lo vano.
Y pasado un tiempo, el hombre vuelve a optar por lo vano, pues es controlable y se puede reglamentar y argumentar.
“¿Qué es el mono para el hombre? Una irrisión o una vergüenza dolorosa. Y justo eso es lo que el hombre debe ser para el superhombre: una irrisión o una vergüenza dolorosa.
Habéis recorrido el camino que lleva desde el gusano hasta el hombre, y muchas cosas en vosotros continúan siendo gusano.”
“Así habló Zaratustra” por Friedrich Nietzsche
El evolucionismo deja afuera a Dios por una nueva revelación.
martes, 22 de noviembre de 2016
Exelente o no, pero hacelo
“Hagámoslo pero con excelencia”, frases célebres si las hay.
Ya verán por la insistencia y persistencia de frases en mi página, que le doy amplio valor a estas.
Pero debo reconocer que muchas frases buenísimas, se transforman fácilmente en buenísimas excusas.
Y una de las “reinas” del fraseo excusatorio, es la que da inicio a esta nota.
En cuanto al tema que manejo mejor, el evangelismo, hace cinco años, ya era urgente empezar a ejercitarlo, y si fuera posible, ayer. Pero lo único tangible que parecía tener era la urgencia, la inminencia de la venida de Cristo o la latente posibilidad de muerte de las personas. Realmente se veía y se ve urgente.
Preparación para la tarea, cero.
A quién recurrir para ser mentoreado; nadie que yo conociera.
Me dispuse a salir y a confiar que Él lo haría, él lo prometió.
Traducido, “si te decidís a ir a hacer discípulos, consecuentemente, gozarás de la compañía diaria de Cristo en persona”
Y con eso me alcanzó.
¿Prediqué con excelencia?; ni por cerca.
Luego vino la sensación de soledad y escases de recursos. Y es acerca de estos conceptos, que me tuve que arrepentir.
No estaba solo, Cristo hizo esta promesa condicionada a aquellos que se disponían a ir a predicar, Él mismo, Cristo mismo, estaba conmigo.
Escases de recursos, ni por asomo; el poder de la resurrección, me hace un testigo poderoso de la reconciliación.
Pero no era el predicador que Dios veía terminado en mí, ni aún lo soy. Pero hoy mi trabajo en la calle es mejor y más cercano al diseño de este previsto en los Cielos.
Ahora, yo podría haber esperado a aprender a hacerlo “con excelencia” y, cuando esté en un óptimo conocimiento de la tarea, salir exultante. Y esto, además de una excusa para no salir, es un imposible de lograr.
Es como si alguien practicara en casa tener equilibrio sobre una bicicleta, y esperar lograrlo para salir como un eximio ciclista a las pistas. Es irreal. Tenés que salir, pegarte unos cuantos porrazos, hasta lograr el equilibrio necesario para andar en dos ruedas.
Lo mismo es con evangelismo, hay que salir sabiendo del poder y autoridad que nos es dado (Lc. 9:1), la promesa de su asistencia personal (Mt. 28:19-20), con esto, está permitido equivocarse, pues tenés los recursos y no estás solo.
Y procurá hacerlo con excelencia, pero hacerlo, sino la excelencia no existirá jamás.
Ya verán por la insistencia y persistencia de frases en mi página, que le doy amplio valor a estas.
Pero debo reconocer que muchas frases buenísimas, se transforman fácilmente en buenísimas excusas.
Y una de las “reinas” del fraseo excusatorio, es la que da inicio a esta nota.
En cuanto al tema que manejo mejor, el evangelismo, hace cinco años, ya era urgente empezar a ejercitarlo, y si fuera posible, ayer. Pero lo único tangible que parecía tener era la urgencia, la inminencia de la venida de Cristo o la latente posibilidad de muerte de las personas. Realmente se veía y se ve urgente.
Preparación para la tarea, cero.
A quién recurrir para ser mentoreado; nadie que yo conociera.
Me dispuse a salir y a confiar que Él lo haría, él lo prometió.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Mateo 28:19-20 (RVR1960)
Traducido, “si te decidís a ir a hacer discípulos, consecuentemente, gozarás de la compañía diaria de Cristo en persona”
Y con eso me alcanzó.
¿Prediqué con excelencia?; ni por cerca.
Luego vino la sensación de soledad y escases de recursos. Y es acerca de estos conceptos, que me tuve que arrepentir.
No estaba solo, Cristo hizo esta promesa condicionada a aquellos que se disponían a ir a predicar, Él mismo, Cristo mismo, estaba conmigo.
Escases de recursos, ni por asomo; el poder de la resurrección, me hace un testigo poderoso de la reconciliación.
Pero no era el predicador que Dios veía terminado en mí, ni aún lo soy. Pero hoy mi trabajo en la calle es mejor y más cercano al diseño de este previsto en los Cielos.
Ahora, yo podría haber esperado a aprender a hacerlo “con excelencia” y, cuando esté en un óptimo conocimiento de la tarea, salir exultante. Y esto, además de una excusa para no salir, es un imposible de lograr.
Es como si alguien practicara en casa tener equilibrio sobre una bicicleta, y esperar lograrlo para salir como un eximio ciclista a las pistas. Es irreal. Tenés que salir, pegarte unos cuantos porrazos, hasta lograr el equilibrio necesario para andar en dos ruedas.
Lo mismo es con evangelismo, hay que salir sabiendo del poder y autoridad que nos es dado (Lc. 9:1), la promesa de su asistencia personal (Mt. 28:19-20), con esto, está permitido equivocarse, pues tenés los recursos y no estás solo.
Y procurá hacerlo con excelencia, pero hacerlo, sino la excelencia no existirá jamás.
jueves, 3 de noviembre de 2016
Jesús te pregunta, qué tenés, no si con eso lo vas a poder hacer
"Decía (Jesús) también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos?
Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra;
pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra."Mr 4:30-32 (VRV1960)
Hubo una época, en donde mi fastidio era el sentirme solo, sin apoyo.
Reclamo que hacía llegar a mis pastores, lo comentaba con mis mentores, o con aquellos que satelitalmente influencian mi servicio al Señor. Y nadie me discutía en demasía lo que a la vista era un hecho.
Pero, reconozco mi error, no contaba como provisión a mi esposa, a mi hijo, y lo peor, al precioso Espíritu Santo.
El efecto de multiplicación no se da en lo que esperás tener, sino que, viendo el ejemplo de la multiplicación de los peces y panes, en lo que tenés en tus manos.
Hoy con el diario del lunes, hago un autoanálisis y veo lo que tenía, pero era pequeño, en su real apariencia, comparado con lo que Dios depositó en mi mente.
“Ganar mi ciudad, mi nación, ¿con esto?”:
-La certeza de un mensaje gestado en la expulsión del hombre del Edén, y desarrollado por el Creador hasta llegar a la crucifixión y resurrección de Cristo.
-Una familia que comprendió este desafío.
-El Poder para ser testigo, el mismo que operó en la resurrección del Mesías.
Pero igual parecía poco visto en mis manos, comparado con los resultados esperados de alcance e influencia, por lo menos, en mi ciudad.
Si figurativamente viera lo que tenía en mi mano para este fin, sería tan insignificantemente pequeño, que naturalmente provocaría un profundo desaliento, y se transformaría en un desafío seguir y confiar en el poder multiplicador.
Ahora es fácil decirlo, pero muchas veces mi renuncia era un deseo. Veía el tamaño de la semilla y no el potencial que encierra.
La tentación allí era la manipulación de las personas para coaccionarles a sumarse, cosa que Dios no me permitió.
Solo restaba sembrar lo único que tenía. Y hoy se empieza a ver el resultado. Aun es pequeño, pero el reto es correr el riesgo en fe, en la fe correcta, en lo que no se ve.
miércoles, 2 de noviembre de 2016
Más fácil que la tabla del uno
Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
Marcos 4:13 (RVR1960)
Durante el primario que cursaba mi hijo mayor, los popes de turno, decidieron que no había que estudiar más las tablas de multiplicar, sino que por osmosis pitagórica se harían del cálculo matemático. La resultante, sería una incapacidad cognitiva para resolver esta operación matemática, pues sin el manejo de las tablas, no le era posible.
Obviamente a estos cráneos pedagógicos, les interesa más el planteo mediático de la novedad pedagógica, que el gestar una generación de jóvenes que no pueden resolver una operación matemática.
Y veo en la declaración de Cristo, una encrucijada.
Así como sin saber la progresión multiplicadora de las tablas, no podes resolver problemas de mayor complejidad, sin entender esta parábola, la del sembrador, se te velaría la verdad revelada en las restantes.
Sin pretender presentar una apertura teológica de este relato del Salvador, pues me creo sin las suficientes herramientas para ello, si me propongo desarrollar una reflexión.
Hay tres constantes en el relato, dos en estado cambiante, y una en permanencia.
La tierra, en definición, es el estado de descomposición en su máxima potencia, a tal punto que llega a estar estable.
El sembrador, un trabajador que se agota, que duerme (Mr. 4:26-27), y que no puede hacer más que sembrar, y esperar el resultado de su labor, sin que este dependa de él.
Y la semilla. La potencia invisible. La vida latente.
Lo único que es automático, pero depende de una sola cosa.
La semilla en un frasco, no crece.
Debe ser soltada en la mano imperfecta de un labrador que se cansa y duerme, y tomar contacto con la humedad putrefacta de la tierra, y es en ese diseño, que “de suyo lleva fruto” , que en el original es la palabra “automatos”. Seguro si se hubiera traducido en esta época, se diría que esa semilla, el evangelio, se desarrolla “automáticamente”. Pero dice que esta semilla de suyo lleva fruto “la tierra”, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;…
Un diseño, para un resultado.
Un mensaje, una buena noticia.
Y tan buena es, por que las malas noticias son terriblemente malas.
Éramos sus enemigos, muertos en nuestros pecados, esclavos de nuestra situación.
Y vino la semilla, Cristo. Y tomó nuestro castigo merecido, fue nuestro sustituto perfecto, sin injusticia, sin desobediencia. Con una santidad plena.
Tomó nuestra vida, sufrió nuestra muerte.
Murió nuestra muerte y vivimos en su resurrección.
Fue separado del Padre, para reconciliarnos para siempre con Él.
Si no nos gusta el diseño, no es culpa del Creador que no obtengamos los resultados prometidos.
Más fácil que la tabla del uno
Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
Marcos 4:13 (RVR1960)
Durante el primario que cursaba mi hijo mayor, los popes de turno, decidieron que no había que estudiar más las tablas de multiplicar, sino que por osmosis pitagórica se harían del cálculo matemático. La resultante, sería una incapacidad cognitiva para resolver esta operación matemática, pues sin el manejo de las tablas, no le era posible.
Obviamente a estos cráneos pedagógicos, les interesa más el planteo mediático de la novedad pedagógica, que el gestar una generación de jóvenes que no pueden resolver una operación matemática.
Y veo en la declaración de Cristo, una encrucijada.
Así como sin saber la progresión multiplicadora de las tablas, no podes resolver problemas de mayor complejidad, sin entender esta parábola, la del sembrador, se te velaría la verdad revelada en las restantes.
Sin pretender presentar una apertura teológica de este relato del Salvador, pues me creo sin las suficientes herramientas para ello, si me propongo desarrollar una reflexión.
Hay tres constantes en el relato, dos en estado cambiante, y una en permanencia.
La tierra, en definición, es el estado de descomposición en su máxima potencia, a tal punto que llega a estar estable.
El sembrador, un trabajador que se agota, que duerme (Mr. 4:26-27), y que no puede hacer más que sembrar, y esperar el resultado de su labor, sin que este dependa de él.
Y la semilla. La potencia invisible. La vida latente.
Lo único que es automático, pero depende de una sola cosa.
La semilla en un frasco, no crece.
Debe ser soltada en la mano imperfecta de un labrador que se cansa y duerme, y tomar contacto con la humedad putrefacta de la tierra, y es en ese diseño, que “de suyo lleva fruto” , que en el original es la palabra “automatos”. Seguro si se hubiera traducido en esta época, se diría que esa semilla, el evangelio, se desarrolla “automáticamente”. Pero dice que esta semilla de suyo lleva fruto “la tierra”, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;…
Un diseño, para un resultado.
Un mensaje, una buena noticia.
Y tan buena es, por que las malas noticias son terriblemente malas.
Éramos sus enemigos, muertos en nuestros pecados, esclavos de nuestra situación.
Y vino la semilla, Cristo. Y tomó nuestro castigo merecido, fue nuestro sustituto perfecto, sin injusticia, sin desobediencia. Con una santidad plena.
Tomó nuestra vida, sufrió nuestra muerte.
Murió nuestra muerte y vivimos en su resurrección.
Fue separado del Padre, para reconciliarnos para siempre con Él.
No te gusta el diseño, no es culpa del Creador que no obtengamos los resultados prometidos.
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